Nuestro Héroe Nacional, José Martí,
calificó el 27 de noviembre de 1871 de "día sangriento en que una turba
rifó la vida y gozó la muerte de los ocho estudiantes de la Universidad de La
Habana, por la falsa culpa de haber atentado al cadáver de un hombre de odio"
(Discurso
Los Pinos Nuevos).
Capitán Federico Capdevila |
Se refería el Apóstol de la independencia cubana al horrendo
crimen cometido por el gobierno colonial español al fusilar a alumnos de
Medicina, casi niños, acusados de profanar la tumba del periodista ibérico
Gonzalo de Castañón.
A 18 años exactos de la barbarie, Martí escribió en el periódico Patria:
"España, en aquella vergüenza, no tuvo más que un hombre de honor: el
generoso Capdevila, que donde haya españoles verdaderos, tendrá asiento mayor, –y
donde haya cubanos".
Nacido en Valencia, España, en 1845, el joven
Federico Capdevila llegó a Cuba en virtud de sus
obligaciones militares. En el momento de los trágicos sucesos tenía el grado de
capitán, y asumió la defensa de los estudiantes. Con serena valentía enfrentó a
los jueces: "Mi obligación como español, mi sagrado deber como defensor,
mi honor como caballero, mi pundonor como oficial –dijo–, es proteger y amparar
a inocentes, y lo son mis 45 defendidos".
Pese a su vertical actitud y convincente actuación, no pudo evitar
que el odio y la crueldad segaran la vida de ocho de los encausados. Dolido en
lo más profundo de su alma de hombre bueno, el valenciano quebró su espada y
desafió con gallardía todas las intrigas y asechanzas que le vinieron encima.
En fecha próxima a su muerte (Santiago de Cuba,
1898), un grupo de cubanos le propuso aceptar, como reconocimiento a su ética
conducta, una espada repujada en oro, pero él sugirió invertir en un monumento
a las víctimas lo que el arma valía.
"Cuando tuvieron lugar los tristes sucesos –argumentó
en esa ocasión–, mi proceder no fue otro que el que corresponde a mis principios
y sentimientos, y el que debe tener toda persona que en algo aprecia su
dignidad".
Cuba demostró su gratitud al honorable oficial, al colocar sus
restos, el 27 de noviembre de 1904, en el mausoleo consagrado en la
capital del país a los jóvenes asesinados.
Igual motivación tuvieron los tuneros para erigirle una estatua
en el mismo centro del Balcón de Oriente
Cubano. La obra está situada en el más importante parque de la
ciudad, el cual lleva el nombre del Mayor General Vicente
García.
Constituido por un busto sobre pedestal de mármol, el conjunto
escultórico mide alrededor de dos metros y medio de altura y se develó el 27 de
noviembre de 1956.
Toca especialmente a la juventud, a los estudiantes, mantener
vivos la memoria y el ejemplo de Federico Capdevila y de los valerosos jóvenes
ultimados en los albores de su existencia, hace hoy 143 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario