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A la memoria de Elio Arias Mariño, maestro de
profesores; cuerdo Quijote, siempre con la pluma en ristre en defensa de la
cultura cubana y del idioma español.
¿Cómo digo que ha muerto, Profesor, sin que el verbo huya
espantado, y la concordancia se arroje a un precipicio, y la conjugación no
encuentre el tiempo en el cual situar los hechos?
¿Cómo podrán quedar viudas la Lingüística, la Redacción, la
Ortografía, la Gramática: esas cultas señoras con las que tuvo usted tan
profundos y duraderos amores?
¿Quién le dijo que puede marcharse y dejar en su lugar algún
sinónimo, como si hubiera un vocablo capaz de reemplazarlo? ¿Y quién podrá quitarle
a usted la tilde que lo hace un hombre agudo y llano al mismo tiempo?
No deje que la muerte lo confunda, Profesor, con su
anfibología o con simples cambios semánticos o gramaticales: usted siempre
seguirá siendo un hombre sustantivo, singular y plural, a la vez, con los adjetivos
justo, útil y bueno en el más alto grado, y el verbo en presente del modo
indicativo, como le corresponde, por su real vigencia.
Hasta siempre, Profesor. Lo quiero.