jueves, 27 de noviembre de 2014

El honorable y generoso Capdevila



Nuestro Héroe Nacional, José Martí, calificó el 27 de noviembre de 1871 de "día sangriento en que una turba rifó la vida y gozó la muerte de los ocho estudiantes de la Universidad de La Habana, por la falsa culpa de haber atentado al cadáver de un hombre de odio" (Discurso Los Pinos Nuevos).
Capitán Federico Capdevila
Se refería el Apóstol de la independencia cubana al horrendo crimen cometido por el gobierno colonial español al fusilar a alumnos de Medicina, casi niños, acusados de profanar la tumba del periodista ibérico Gonzalo de Castañón.
A 18 años exactos de la barbarie, Martí escribió en el periódico Patria: "España, en aquella vergüenza, no tuvo más que un hombre de honor: el generoso Capdevila, que donde haya españoles verdaderos, tendrá asiento mayor, –y donde haya cubanos".
Nacido en Valencia, España, en 1845, el joven Federico Capdevila llegó a Cuba en virtud de sus obligaciones militares. En el momento de los trágicos sucesos tenía el grado de capitán, y asumió la defensa de los estudiantes. Con serena valentía enfrentó a los jueces: "Mi obligación como español, mi sagrado deber como defensor, mi honor como caballero, mi pundonor como oficial –dijo–, es proteger y amparar a inocentes, y lo son mis 45 defendidos".

Pese a su vertical actitud y convincente actuación, no pudo evitar que el odio y la crueldad segaran la vida de ocho de los encausados. Dolido en lo más profundo de su alma de hombre bueno, el valenciano quebró su espada y desafió con gallardía todas las intrigas y asechanzas que le vinieron encima.
En fecha próxima a su muerte (Santiago de Cuba, 1898), un grupo de cubanos le propuso aceptar, como reconocimiento a su ética conducta, una espada repujada en oro, pero él sugirió invertir en un monumento a las víctimas lo que el arma valía.
"Cuando tuvieron lugar los tristes sucesos –argumentó en esa ocasión–, mi proceder no fue otro que el que corresponde a mis principios y sentimientos, y el que debe tener toda persona que en algo aprecia su dignidad".
Cuba demostró su gratitud al honorable oficial, al colocar sus restos, el 27 de noviembre de 1904, en el mausoleo consagrado en la capital del país a los jóvenes asesinados.
Igual motivación tuvieron los tuneros para erigirle una estatua en el mismo centro del Balcón de Oriente Cubano. La obra está situada en el más importante parque de la ciudad, el cual lleva el nombre del Mayor General Vicente García.
Constituido por un busto sobre pedestal de mármol, el conjunto escultórico mide alrededor de dos metros y medio de altura y se develó el 27 de noviembre de 1956.
Toca especialmente a la juventud, a los estudiantes, mantener vivos la memoria y el ejemplo de Federico Capdevila y de los valerosos jóvenes ultimados en los albores de su existencia, hace hoy 143 años.

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